838 (bis)

Advierto: "Los que no sean afines a los cómics o la ilustración, pueden brincarse esta parte".
Sé que todos la leerán, aunque no entiendan un carajo.

Primero, quise dibujar a las chicas de Disney. Sí, la Sirenita y esas cosas. Aunque en el fondo sabía que eso no era lo mío. Ni los dibujos de mujeres ni las mujeres mismas. Me abstuve de dibujarlas (y pensar en ellas) hasta la adolescencia.

Cuando llegó la comezón, quise dibujar a las chicas de Campbell o de Jim Lee o -mejor aún- las de Travis Charest o Meglia. Rotundo fracaso. Me tomé otro sabático de 10 años.

Llega un nuevo intento: dibujarlas a la europea. Aunque Modigliani y Mattotti no tienen nada que ver entre sí, opté por lo absurdamente "elegante" con el mínimo esfuerzo. Pequeños pasos. Al fin y al cabo, un ilustrador nunca se raja.

Fueron apareciendo rasgos que se repetían en "mis chicas". Al principio, aparecieron de espaldas o en posturas imposibles. Cuidadosamente estilizadas para encubrir mi incapacidad. Luego llegaron las de cabello lacio oscuro como si se filtrara tardíamente algún crush juvenil... O bien, Jennifer Connelly. Me vuelvo darky-punky por unos meses. Relojes de arena de ropa entallada, pálidas pero oscuras. La ropa entallada no es fetiche: es más fácil de dibujar y todos los colegas estarán de acuerdo.

Debo aclarar que nunca me he considerado bueno dibujando mujeres. Me sostendré en muchos trucos o influencias (confieso)... pero ¡oh, sí! lo hago con absoluta autenticidad con mis propias... ¿retinas?. Por eso me REVIENTA que critiquen a "mis mujeres". Es como si se metieran con mi visión privada del mundo y peor aún, con mi visión de la feminidad... por muy tosca que les parezca.

Volvamos a la historia: Por esas épocas de antaño me parecieron interesantes (aunque no tan hot) las que dibujaba Ashley Wood. Maldito. Ni volviendo a nacer... Llegó Bruce Timm, pero me quedé finalmente con su hijo Shane Glines. Algo aprendí ahí.

Me presentaron a Claire Wendling. Me deprimió profundamente. Tenía que ser mujer.

Nos hacemos viejos y un poco retorcidos: aprendo a amar a las petaconas de Crumb, las fofas maravillosas de Dave Cooper. Las feas naturales del genio De Crécy. Y lo new-retro! De Glenn Barr hasta Carlos Nine o Tadahiro Uesugi. ¡Me rindo! No puedo dibujarlas así. Ni en mi cabeza me salen tan espléndidas. Envidio malsanamente a los virtuosos de la curva... Quiero robarme sus trucos y combinarlos con mis tinteros para ver qué resulta.

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No rindo culto al cuerpo femenino de manera muy abierta. Por eso mismo, no conjugo mucho con el pinup y anexas. La belleza ahí está, en el mundo imaginario, en el real, en todos lados. No puedo exagerarla públicamente para sus ojos babeantes. Al menos, no funcionaría con los míos. El encanto desaparece rápidamente... Pero estoy hecho de carne y lo he intentado.

Hoy dibujo ellas como me salen del alma y así se quedan. No liquido la goma, no atravieso el papel, no rompo el lápiz. ¡Al fin! ¡Ellas me han perdonado!

Mañana trataré de imitar a otro artista o tal vez inventaré a otra musa. Y así, niñas y niños, se va construyendo esa cosa abstracta que algunos llaman "estilo". Como si yo necesitara más de eso... En la repartición, La Todopoderosa me negó muchas cosas, pero con "el estilo" no se limitó. Algo bueno para mi rancho.